Estar en la nube, “migrar hacia la nube”, “adoptar el modelo de software as a service (SaaS)”. Expresiones como éstas ya no suenan desconocidas para la mayoría de los líderes de negocios en América Latina quienes han avanzado decididamente hacia la adopción del cloud computing. De acuerdo a un estudio de Tata Consultancy Services (TCS), el 39% de las grandes compañías de América Latina utiliza software alojado en la nube, un índice que supera ampliamente los porcentajes en Asia-Pacífico (28%), Estados Unidos (19%) y Europa (12%).
Las perspectivas hacia adelante también son alentadoras, según la consultora KPMG, la “nube” está siendo considerada una prioridad para el 55% de las empresas de la región.
En este contexto, queda claro que las empresas han vencido las viejas preocupaciones en torno a la externalización de ciertos servicios y a la seguridad de sus datos. Por el contrario, muchos ejecutivos dejaron de preguntarse si les convenía servirse del “cloud computing” y se lanzaron directamente a identificar cuál de las “nubes” (pública, privada, híbrida) era más útil para su estrategia comercial.
El estudio “Los beneficios estratégicos y económicos de la computación en la nube”, realizado por la consultora Computer Economics, revela que las compañías que hacen un uso intensivo del cloud computing ahorran, en promedio, más del 15% en el gasto de TI, tanto si se mide como un porcentaje de los ingresos o en función de cada usuario. El análisis indica que este ahorro no sólo proviene de una reducción en el gasto de los centros de datos, mantenimiento del hardware y pago de licencias, sino también en los costos del personal.
Pero es importante destacar que, además de este ahorro, migrar a la nube significa optar por un modelo de negocios flexible. En la industria de los Contacts Centers, por ejemplo, esa elasticidad resulta esencial. Frente a situaciones excepcionales que pueden ocasionar un inesperado incremento en el flujo de comunicaciones entre los clientes y la compañía (como el lanzamiento de un nuevo producto) se puede responder con mayor celeridad y eficiencia. Las prestaciones de servicios tipo “pay-per-use” permiten, por ejemplo, extender una determinada aplicación en la nube a cientos de agentes adicionales durante el tiempo que sea necesario.
Nuevos proyectos, nuevos tiempos
Más allá de los beneficios puntuales que la nube puede brindarle a cada empresa según su rubro, lo fundamental es que su adopción implica un cambio de enfoque. El modelo basado en gastos de capital (“Capex”; capital expenditures) deja paso a un nuevo modelo centrado en los gastos de operatividad (“Opex”; operating expenditures).
Esta migración de un modelo a otro lleva a reestructurar por completo el tradicional modelo de compra: desaparecen los costos fijos vinculados a la obsolencia de los equipos, el consumo de electricidad y la refrigeración de los centros de datos. En contraste, el nuevo modelo permite desarrollar estrategias de outsourcing centradas en aplicaciones, cuya actualización y mejora ya no demandarán costos adicionales para la compañía ni dependerán de la capacitación de los recursos humanos propios. Todas estas ventajas nos conducen a la que quizás sea la mayor virtud que posibilita la nube: la reducción en el tiempo de puesta en marcha de nuevos proyectos.
En una economía competitiva que puede implicar bruscos cambios de escenario, las empresas necesitan que sus inversiones en IT sean lo suficientemente flexibles como para ajustarse a nuevos proyectos o la redefinición de estrategias previas. Así, tanto las compañías en rápido crecimiento como las grandes empresas que incursionan en mercados de riesgo pueden encontrar en el cloud computing las soluciones para afrontar su expansión con versatilidad, rapidez y eficiencia.