La capacidad que tiene la tecnología para generar una notable ventaja competitiva está acelerando la transformación digital en casi cualquier sector. Desde el ámbito sanitario hasta el industrial resulta complicado hallar un área de negocio que no se haya visto afectada por la aplicación de sensores, registros digitales o sistemas de automatización.
Pero, ¿qué significa realmente esto? Las organizaciones están muy cerca de modificar radicalmente cómo operan en su día a día. El nuevo escenario empresarial demandará nuevas habilidades en los trabajadores, cambios significativos en las estructuras organizacionales y estrategias innovadoras a la hora de afrontar futuros problemas.
Durante los próximos diez años las empresas tendrán que automatizar muchas de sus operativas manuales, así como su sistema de toma de decisiones, al tiempo que los costes asociados a la automatización tecnológica se reducen y la inteligencia artificial mejora para suscribir las demandas de los seres humanos. A la par el consumidor cada día exigirá un mejor servicio de atención al cliente y otorgará mayor valor a la interacción humana. Conforme se van digitalizando los procesos desde las áreas de ventas a la de atención al cliente se irá apalancando una nueva coexistencia humano-máquina en el seno de las plantillas.
Por encima de cualquier otra tendencia tecnológica, el Business Analytics (la evolución del Business Intelligence) modificará drásticamente la forma en que las organizaciones han operado hasta la actualidad. El poder que otorga bucear entre ingentes volúmenes de datos y extraer conclusiones abre un nuevo mundo de posibilidades. Cuando te paras a pensar cuánto tiempo le llevaba a la gente en el pasado tabular y analizar datos, y lo comparas con la actualidad, resulta admirable comprender cuánto hemos progresado. La analítica veloz supondrá para la ciencia y para el mundo de los negocios lo que el microscopio representó para la biología. La analítica es, en definitivas cuentas, nuestra lupa de aumento para ver lo que no podíamos ver antes.
Evolucionando la forma en la que pensamos y operamos
Mucha de la tecnología que demandan las organizaciones para afrontar este futuro ya existe. De hecho, podemos llegar a Marte con tecnología que desarrollamos hace 20 años. Los airbags son el motor de lanzamiento del explorador a Marte. No se ha de desarrollar nueva tecnología, sino que tenemos que averiguar cómo expandirla para aplicarla en otros entornos, lo que exige una nueva forma de pensar. Sacar el máximo potencial de la tecnología reclama profesionales capacitados, por lo que lo primero que debemos hacer es mejorar la calidad formativa a gran escala. Si la máquina llega a ser más inteligente que el ser humano en el ámbito profesional, habremos errado en el plano educativo.
Si modificamos nuestra forma de pensar y somos capaces de aplicar realmente el poder de la automatización, la analítica y la inteligencia artificial de aquí a 2035, romperemos fronteras y conquistaremos nuevos espacios para crear empresas y modelos de negocio más avanzados. Las máquinas mejorarán de manera superlativa durante los próximos 5 a 10 años, y si queremos superar ciertos límites tendremos que afrontar nuevas fórmulas de cooperación.
Aunque las organizaciones se afanen en adaptarse a los cambios tecnológicos, si no revolucionan sus modelos organizativos, están perdidas. En lugar de las rígidas jerarquías que en su día se demandaban para operar con eficiencia, las compañías están obligadas ahora a dar la vuelta a la tortilla. Las jerarquías ralentizan las operativas empresariales. Este planteamiento supondrá un giro monumental en el modelo operacional de cualquier entidad y servirá de rampa de lanzamiento para la auténtica democratización en la toma de decisiones empresariales.
Sumergidos como estamos en el mundo de la democratización de la toma de decisiones basadas en máquinas, el mayor obstáculo al que nos enfrentamos radica en cómo resolvemos el conflicto moral asociado a cómo se asumen esas decisiones. Y mientras los humanos tienen valores morales, las máquinas no. ¿Cómo enseñamos moralidad a las máquinas? Todavía no sabemos cómo codificar al coche autónomo ante el dilema de qué vida salvar en caso de accidente. Imaginemos que el coche autónomo es capaz de decidir si girar a izquierda o a derecha cuando en un lado atropellaría a un niño o en el otro a una mujer embarazada. ¿Cómo valorar más una vida que otra? Sin duda nos espera un camino apasionante. analítica