El correo electrónico y Microsoft Office están demodé. O al menos eso parece para las startups que no paran de surgir en Silicon Valley y que están aprovechando una nueva hornada de aplicaciones y sobre todo servicios empresariales.
Esas alternativas a las formas tradicionales de trabajar precisamente están ganando adeptos por ser herramientas hechas por startups para startups, pero sus virtudes parecen haber conquistado incluso a empresas más establecidas y con flujos de trabajo mucho menos dinámicos.
Esas alternativas a las formas tradicionales de trabajar precisamente están ganando adeptos por ser herramientas hechas por startups para startups, pero sus virtudes parecen haber conquistado incluso a empresas más establecidas y con flujos de trabajo mucho menos dinámicos.
Slack es con diferencia la gran referencia en la actualidad: esta aplicación/servicio de mensajería coporativa se ha convertido para sus usuarios en la sustituta perfecta del correo electrónico. No es la única que ha propuesto nuevas formas de hacer las cosas de una manera distinta y teóricamente más eficiente, pero sí la que ha logrado mayor interés de los inversores: acaba de recibir 160 millones de dólares de inversión y su valor es de 2.800 millones de dólares.
LA INTEGRACIÓN, UNO DE LOS SECRETOS
Las empresas tradicionales solían atarse demasiado a un solo ecosistema de aplicaciones y servicios. Los gigantes como Microsoft -entre otros muchos- se aprovecharon de esa circunstancia para tratar de atar aún más a sus clientes con una pléyade de servicios que teóricamente cubrían todas sus necesidades. El correo electrónico, las bases de datos, las soluciones ofimáticas, la gestión de proyectos o las herramientas colaborativas formaban parte de un gran pack que daba buenos resultados en las empresas porque se ajustaban a esos flujos de trabajo en los que salirse del tiesto no era lo común.
Pero las empresas han cambiado: la competitividad ha hecho que nuevos servicios más eficientes y competitivos en precios apuesten por el modelo de pago por uso en lugar de ese modelo tradicional de licencias y de esas tarifas planas que ofrecían en el pasado otras empresas de software. Incluso esas mismas grandes empresas están ahora adoptando modelos de SaaS (Google Apps, Office 365, Adobe Creative Cloud) , PaaS (Windows Azure, Heroku) o IaaS (Amazon EC2, RackSpace, Google Compute Engine) y sumándose a esta nueva tendencia.
Y esa competitividad ha hecho que aparezcan alternativas que tratan de cubrir necesidades cada vez más específicas. Esos servicios y soluciones tan verticales tienen un problema: por sí solos aportan valor, pero quedan aislados del resto del ecosistema a no ser que ofrezcan opciones de interconectividad. Que es precisamente lo que los creadores de esos servicios tienen en mente normalmente desde el minuto cero para evitar que los usuarios se queden demasiado anclados y no puedan acudir a la demandada integración con otros sistemas.
Aquí Slack vuelve a ser un ejemplo claro de esa ambición. El servicio de mensajería trabaja con otros muchos desarrollos como Google Docs, Dropbox, GitHub, Twitter, Crashlytics (informes de fallos), HelpScout y ZenDesk (software de documentación y ayuda), Wuufo (formularios), Nagios (monitorización IT), Trello (gestión de proyectos), Heroku (infraestructura cloud como servicio), Hubot (robot de mensajería), Phabricator (gestión software) o Travis (Evaluación e integración continua). De nuevo hablamos de ejemplos, porque otros muchos servicios pueden “hablar” con Slack si ambas partes aprovechan las APIs que permiten que dichos servicios se comuniquen.
La ambición de estas soluciones ha hecho que en muchos casos las firmas de inversión o las empresas de capital riesgo se vuelquen en ellas, y como afirmaba Steward Butterfield en la entrevista con el NYT, “este es el mejor momento de la historia para conseguir dinero a través de rondas de inversión“. Slack destaca con esa valoración de 2.800 millones de dólares reciente, pero ya el año pasado Atlassian (responsable de HipChat) contaba con una valoración de 3.300 millones de dólares , a Dropbox se le supone una valoración de 2.220 millones de dólares, Cloudera anda en los 4.100 millones de dólares. Una de las grandes desconocidas, Palantir -vende software al gobierno de los EE.UU. y a Wall Street- llega a los 15.000 millones de dólares.
Esa relevancia en diversos ámbitos también ha dado lugar a otro tipo de salidas para estas empresas: las adquisiciones por parte de compañías aún mayores. Salesforce compró Heroku por 212 millones de dólares (a posteriori parece todo un chollo), Microsoft compró Skype por 8.500 millones de dólares, y en los últimos tiempos hemos visto como Microsoft también ha reforzado su catálogo de soluciones de productividad con la compra de “micro-startups” como Sunrise, Accompli o LiveLoop.
LA CONFIANZA PASA A LA NUBE
Otra de las claves de esta nueva hornada de soluciones software es la de su transición a un modelo en el que tanto las aplicaciones como los datos corren en servidores que nunca vemos. La Nube de Computación se ha convertido en la gran aliada de startups que se pueden olvidar así de mantener su propia infraestructura de servicios y que confían en las ventajas de esa filosofía.
En esa conquista de la nube hay protagonistas absolutos como Amazon y Azure que a su vez proporcionan servicio a un gran número de desarrollos con esas necesidades. Aquí las opciones parecen casi mareantes, con un buen número de alternativas en todos los campos que prometen el bueno, bonito y barato y que normalmente promocionan sus servicios recordándonos lo que falla de las alternativas tradicionales o, por supuesto, lo que lo hacen en servicios de nuevo cuño.
Es el caso de la singular batalla en el mundo de la mensajería empresarial entre HipChat, Slack, Campfire, Skype, Flowdock, Pingly, Hall, Kato, Grove o por supuesto las más tradicionales soluciones basadas en una combinación de correo electrónico con chat que ofrecen tanto Google como Microsoft. Cada una tiene sus ventajas y desventajas (chat de grupo, grupos privados, llamadas, autohospedadas, aplicaciones móviles y, por supuesto, precio por usuario), aunque el enfoque es básicamente el mismo. Y lo que es cierto para el campo de la mensajería empresarial lo es para el almacenamiento y sincronización de datos (con Dropbox, OneDrive o Google Drive como protagonistas, pero existen muchas opciones), los servicios de desarrollo (Heroku, Amazon Web Services, RackSpace, Azure), repositorios y control de versiones (GitHub, SourceForge o Bitbucket, despidiendo ya a Google Code) o gestión de proyectos (Trello, Asana, Basecamp, Insightly).
Y podríamos seguir dando más, y más, y más ejemplos, porque si de algo se han dado cuenta los responsables de estos proyectos es que hay muchas empresas que necesitan esas opciones y que son una fuente de ingresos muy importante frente a proyectos destinados a usuario final, más imprevisibles. Lograr hacerse un hueco en la empresa como han hecho Dropbox, Slack o Trello abre las puertas del éxito a corto y medio plazo.
APLICACIONES MÓVILES, LA ÚLTIMA GRAN FRONTERA
En esa nueva propuesta de software empresarial hay otro componente que las soluciones tradicionales tampoco cubrían y al que ahora comienzan a prestar atención: el auge de la telefonía móvil. El smartphone se ha convertido en acompañante perpetuo de nuestra vida, y eso ha hecho que estemos disponibles prácticamente las 24 horas del día no solo para temas personales, sino también profesionales.
Que es precisamente lo que aprovechan todos los clientes móviles que han aparecido como elementos indisolubles de esas aplicaciones empresariales. Las startups suelen tener ese carácter dinámico y flexible en el que las plantillas no tienen que tener los mismos horarios ni trabajar en una oficina al uso: la comunicación y el acceso al flujo de trabajo debe estar presente en todo momento, y esas empresas que venden estas nuevas formas de trabajar lo saben.
Ahí es donde entra el móvil y la transformación del flujo de trabajo que ha provocado. Hay soluciones específicamente destinadas al móvil (Moxtra, Armor5, Built.io), pero en la mayoría de los casos los servicios de los que hablamos simplemente las desarrollan -con mimo, eso sí- para que formen parte de un ecosistema completo. Y es que al contrario que en escenarios típicos del usuario final en los que lo raro es tener clientes web o de escritorio para servicios móviles (SnapChat, las nuevas Meerkat y Periscope), en el mundo de los servicios empresariales el PC o portátil siguen siendo fundamentales y el móvil, aunque muy relevante, es de momento solo parte de la ecuación.